Hola!! Soy Fernando Marinas, un joven de 23 años que ha decidido lanzarse a la aventura de entrevistar a personas interesantes con mensajes poco habituales. ¿El motivo? No hay nada que me apasione más que conocer nuevos mundos a través de los demás y hacer que la gente se sienta querida y escuchada.
Mi historia
En mayo de 2023 sufrí una crisis existencial, o lo que es lo mismo, me di un golpe bien grande contra la realidad, y decidí abandonar el doble grado de Relaciones Internacionales y Comunicación que estaba estudiando. Tomé esta decisión antes de comenzar el 5º y último año, y dediqué los meses posteriores a pensar el rumbo que quería tomar en la vida. ¿Realmente lo que estaba haciendo me conducía a cumplir mi deseo más profundo? La respuesta interior que obtuve fue negativa.
Mi infancia
Los primeros años de mi vida era feliz sin ser consciente de ello. Lo tenía todo cubierto, y mucho tiempo para hacer lo que quisiera con seguridad, ilusión y alegría. Acudí a un colegio privado y laico. Considero importante mencionarlo porque tal vez sea el espacio donde más me he reído en mi vida y a su vez en el que más errores he cometido. Tanto es así que no me echaban de clase por hablar, sino por no poder parar de reír y hacer que los demás se contagiaran de mi alegría. Mis padres siempre me exigieron que sacara más de un 7, así que eso es lo que hice.
Como cualquier chico normal y corriente, realizaba actividades extraescolares, como ir a clases de pintura en lienzo, guitarra, catequesis, inglés, fútbol sala, judo, pádel o tenis. También iba a misa los domingos, hecho que detestaba. Hasta los 22 años me he considerado agnóstico y un día llegué a decirle a mi madre que los cristianos me parecían una secta. Ahora he cambiado de opinión.
Llegados a este punto he de expresar que hasta ahora he tenido mascotas: 3 perros y un canario.
Mi adolescencia
La peor etapa de mi vida, sin dudarlo. Cuando llegué a 4º de primaria me pusieron gafas y aparato dental, por lo que todo mi atractivo de chico rubio con el pelo largo estilo surfero se fue al garete. Este desastre, sumado a la inseguridad que aparece con el cambio hormonal. hizo que pasara de ser un niño extrovertido y energético a un chaval inseguro y miedoso.
La rutina en casa era atípica. En mi familia siempre hemos acogido gente con diferentes problemas: mentales, económicos, vitales, sociales, de adicciones… Los consideraba mis hermanos y hermanas mayores. Sin embargo, un día apareció un temor a perder la atención de mis padres que fueron las causas de más de un roce. Con todo, aprendí mucho de la convivencia con personas muy distintas a mí y disfruté más de lo que estoy dispuesto a admitir de esta fase de mi vida.
Mi adolescencia la pasé entre pantallas: la Nintendo, la PSP y los juegos de playstation, a veces solo y otras con amigos. Sin embargo, tenía un horario limitado para jugar, por lo que el resto de mi tiempo libre lo dedicaba a ver películas y series o leer novelas de ciencia ficción o fantasía. Aún así, solía salir mucho por mi vecindario y el pueblo de al lado a jugar al fútbol, dar un paseo con las bicis o hacer el cafre.
Mi afición al anime y el manga se expandió con la llegada de los primeros granos en la cara. Con 15 años abrí un canal de YouTube relacionado con este hobbie. Ahí solo subía amvs (animation music videos). Nunca llegué a mostrar mi rostro por vergüenza. Me duró 5 años, en los cuales acumulé 26.800 suscriptores y más de 12 millones de visitas. No gané apenas dinero con él porque la mayoría de las canciones que usaba tenían copyright. Se llamaba: Nando Amv. Lo perdí por 3 strikes que me adjudicó la plataforma de YouTube -totalmente justos-. También me apunté a clases de dibujo manga.
Mi adultez
No creo que por cumplir 18 años a una persona se la pueda considerar adulta, pero dejemos el título de este apartado así por comodidad.
Mis inicios en la universidad privada Loyola Andalucía en el campus de Sevilla no fueron los mejores. Era un joven bastante inmaduro, que vivía en su propio mundo y se negaba a abandonarlo. Saqué todos los cursos adelante con una nota media superior al 8, tratando de ignorar la molesta voz en mi cabeza que me decía que tenía que empezar a adquirir responsabilidades y asumir las consecuencias de mis decisiones.
Desde el primer año de universidad acogí a un chico nicaragüense en nuestro hogar con el que compartía algunas asignaturas en la universidad. Como no podía trabajar, le conseguimos una beca y cubrimos todas sus necesidades hasta que se graduó. Además, era judío, por lo que aprendí mucho de él.
La mayoría de mis aficiones se mantuvieron, algunas desaparecieron y otras nuevas aparecieron. Me interesé por el voleibol después de ver el anime de Haikyuu! y me uní al equipo de Mairena Voley Club.
Cuando llegué a 4º de carrera, una vez hube aprobado todas las asignaturas del grado de Relaciones Internacionales, realicé las prácticas curriculares en una empresa de moda femenina y juvenil. Me percaté en ese momento de que no quería trabajar en el sector que me estaba formando, y mucho menos para una tercera persona en un horario que no había elegido y por un sueldo que apenas me permitía vivir dignamente.
La pérdida de un objetivo por el que vivir (encontrar un trabajo que disfrutara y que me permitiera desarrollarme personal y espiritualmente) hizo que me replanteara el para qué había nacido. Inicié un proceso de introspección.
Decidí tomarme un año sabático para estudiar nuevas posibilidades vitales y encontrar mi camino. Me dediqué a aprender de forma autodidacta aplicando lo que leía sobre temas que a día de hoy me siguen fascinando: salud, psicología, historia, política, economía, espiritualidad y sociología. Además, me apunté a un voluntariado en un colegio de las 3000 viviendas que me hizo volverme humilde de un día para otro, algo que nunca pensé posible, pues siempre he tenido un punto de orgullo.
Apunté en un cuaderno cuáles eran mis miedos y comencé a afrontarlos uno a uno, empezando por los más fáciles y terminando por los más complicados. No creo haberlos aprendido a gestionar todos aún, pero me he vuelto más fuerte física, mental y emocionalmente, eso seguro.
Durante ese año sabático (de junio de 2023 a septiembre de 2024) el infante Fernando murió y nació uno nuevo; uno que todavía no sabría describir, pero tal vez las palabras que más se aproximan son las de: consciente y dispuesto. Consciente de que lo único que importa es el amor. Y dispuesto a cumplir la voluntad de Dios.
Finalmente, me gustaría hacerle saber que elegí convertirme en cristiano católico una vez comprendí la teoría científica del desdoblamiento de Jean Pierre Garnier-Malet, la cual explico en este vídeo: