Los políticos han decidido excluir de los planes de estudio conocimientos sobre la gestión del dinero, su ahorro e inversión. Si supiéramos hacer estas 3 cosas, todos comprenderíamos cómo funciona el sistema socioeconómico corrupto, así como dominar la economía doméstica, alcanzar la libertad financiera y detectar las peligrosas acciones de los políticos y el mercado.
A la clase política le conviene que un gran porcentaje de la población dependa del Estado para así garantizarse votos, y por lo tanto, un sueldo, su permanencia en el poder y la supervivencia de las grandes corporaciones que financian sus campañas electorales. Es evidente que un Estado mínimo y los funcionarios son necesarios (profesores, enfermeros, médicos, etc.), pero no la inmensa cantidad de administrativos, por ejemplo, que existe actualmente. Con todo, los políticos continúan aumentando el tamaño del Estado, y en consecuencia la deuda nacional, de manera innecesaria.
Las grandes corporaciones reciben subvenciones de manos de los políticos para poder competir en el mercado mundial y acabar así con su competencia -pequeños y medianos empresarios, que no reciben esas desorbitadas subvenciones-. Es decir, con el dinero de los que trabajan en el sector privado y los créditos que pedimos a la Unión Europea, así como con el dinero que recibimos cuando otro país compra nuestra deuda, se está garantizando la supervivencia de las grandes corporaciones, véase bancos, medios de comunicación, farmacéuticas y empresas de telecomunicaciones, mientras al pueblo de a pie no se le está prestando apenas ayuda.
La prueba más evidente de que todos somos dependientes del Estado es que tenemos nuestra esperanza puesta en la mayor estafa piramidal existente: las pensiones. Si una empresa aplicara este sistema, iría a la cárcel. Sin embargo, como lo hace el Estado, es legal. Los jóvenes pagan a través de los impuestos lo que recibirán los ancianos cuando se jubilen. El problema es que hemos llegado a un punto donde hay más ancianos cuyas pensiones hay que pagar que jóvenes entrando al mercado laboral, lo que provoca que cada vez aumenten más los impuestos.
Los políticos suelen utilizar el argumento de que la inmigración proveniente de Latinoamérica y África será la que ayude a pagar esas pensiones, pero lo cierto es que muchos de los extranjeros reciben ayudas para formarse y convertirse en mano de obra cualificada, lo que causa que aumenten todavía más los impuestos por tener que costear esas ayudas. Además, con la llegada de la inteligencia artificial supuestamente se van a perder muchos trabajos. Esto se ha convertido en un suma y sigue de carga económica para los ciudadanos de los Estados de Bienestar. ¿Tendrá un final?
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