Me resulta extraño el hecho de que en la televisión anuncien el nuevo medicamento para dormir o quitarnos el dolor de cabeza en lugar de explicarnos que la solución para ello es hacer deporte 30 minutos al día, exponernos al sol durante 10-20 minutos por la mañana o por la tarde-noche, hidratarnos bien, mantener el contacto con la naturaleza, comer saludable, meditar u orar para calmar la mente, reducir los niveles de luz conforme se acerca la noche, irnos a dormir asiduamente a la misma hora y reducir nuestros niveles de estrés y ansiedad.

La televisión siempre nos ofrece la solución rápida y temporal: una pastilla. Así nos va. Una sociedad drogada/medicada es una sociedad controlada. Un mundo feliz de Aldous Huxley no es una distopía, es una realidad que estamos viviendo. A algunos los han convertido en dependientes de medicamentos artificiales o naturales. Si nos enseñaran a comer bien y cuidar de nuestra salud física, mental, emocional y espiritual en el sistema educativo, ¿necesitaríamos acudir tantas veces al médico y tomar tantos fármacos?

La salud es un negocio. Las farmacéuticas necesitan vender medicamentos. Siempre que no exista una conciencia social, únicamente unas pocas empresas se van a preocupar por ir a la raíz del problema, que es lo que está ocurriendo, pues algunos fármacos solo acaban temporalmente con el síntoma (Angell, 2006). No obstante, no quieren provocar nuestra muerte; quieren vivamos mucho, pero estando enfermos. Les conviene vender, no acabar con sus clientes.

Es evidente que no es el sistema sanitario el que está construido para hacernos enfermar, sino el sistema socioeconómico corrupto. De hecho, estoy convencido de que la mayoría de los profesionales que forman parte del sistema sanitario no buscan que enfermemos ni cronificar nuestros problemas de salud. Probablemente algunas de las farmacéuticas tampoco.

Es necesario acudir a ciertos medicamentos en algunos casos. El problema es que tendrían que enseñarnos a prevenir la enfermedad, no únicamente a paliar nuestro dolor. La tendencia actual es mantener nuestro estilo de vida insano y después tratar los problemas con cirugía y medicación, en lugar de corregir nuestros malos hábitos -en esto tenemos cierto grado de responsabilidad nosotros mismos-.

Todos los estudios coinciden en que la esperanza de vida ha aumentado en occidente, pero cada vez vivimos más enfermos. Es decir, vivimos más tiempo, pero peor. Han aumentado los casos de alergias, obesidad, enfermedades autoinmunes, cáncer, enfermedades cardiovasculares y más enfermedades autodegenerativas.

  • Fernando, todas esas enfermedades existían antiguamente, solo que no se diagnosticaban.
  • Ese argumento ya se ha demostrado que es una falacia. En las tribus de África no hay obesidad, ni cáncer, ni enfermedades cardiovasculares. Ellos están en conexión con la naturaleza, que los ayuda a mantener sus sistemas inmunológicos activos. Nosotros cada vez nos alejamos más de ella, y por eso no cesan de aumentar los casos de alergias (Castell, 2020). Además, el tabaco eleva los casos de cáncer de pulmón y la comida rápida los casos de diversos cánceres, como el de mama (Díaz, 2020). El sedentarismo aumenta los casos de obesidad y los fármacos producen efectos secundarios que acaban en diferentes enfermedades, como el paracetamol, el cual se ha estudiado que su uso prolongado provoca falta de empatía (Baños, 2020).

Todo este embrollo comenzó con la llegada de la Revolución Industrial; cuando la gente empezó a concentrarse en las ciudades y abandonar el campo. Las personas que vivían en sus pueblos no desarrollaban tantas enfermedades crónicas ni degenerativas. Es cierto que las tribus de África y los habitantes de los pueblos desarrollan otro tipo de enfermedades, pero las nuestras son evitables. No interesa eliminarlas.

La prueba más alarmante es que han conseguido demonizar la luz del sol diciéndonos que tenemos que salir con protector solar para no desarrollar cáncer de piel cuando el sol es vida, pues nos aporta vitamina D. Otra cuestión es que no tomemos el sol nunca y un día nos expongamos 2 horas seguidas al mediodía: entonces sí nos vamos a quemar y a desarrollar cáncer de piel. Hemos de tomar el sol de forma progresiva y controlada.

Vivimos en una sociedad enferma que ha normalizado el hecho de estar enferma porque se ha acostumbrado al dolor que le produce su enfermedad. La cura es la aceptación de la verdad. La ignorancia es el virus.

Consejos para que cualquiera pueda gozar de una buena salud (consultar estudios sobre su efectividad y convertirlos en hábitos de 1 en 1, no todos a la vez):

  • Hacer deporte 30 minutos al día. Pasear sirve si es una persona mayor.
  • Tomar vitamina C las tres comidas al día porque solo permanece 6 horas en el cuerpo.
  • Seguir una dieta equilibrada usando solamente alimentos naturales como pescado, frutas, legumbres, verduras y carne para tener vitamina B.
  • Tratar de no beber agua fría, ya que la sangre se concentra en el estómago para calentarla, y no comer de pie para estar relajados mientras comemos.
  • Tomar el sol entre 10-20 minutos 3 veces a la semana para obtener vitamina D y producir melatonina. Los que tienen la piel oscura han de tomarlo algo más de tiempo que los de piel clara.
  • Darse un pequeño placer todos los días. No estoy a favor de prohibir nada y considero que todo en su justa medida es bueno, por lo que a veces comer mal viene hasta bien para mantener al cuerpo atento. No obstante, no se debe abusar de los ultraprocesados.           
  • Tratar de mantener el contacto con la naturaleza: tocar plantas y animales para fortalecer el sistema inmunológico. No abusar de la limpieza y la higiene.
  • Hidratarse con regularidad.
  • Reducir los niveles de luz conforme llega la noche. Si podemos despertarnos con la luz del sol, es decir, sin usar despertador, mejor.
  • Acostarse habitualmente a la misma hora para no alterar el ritmo circadiano.
  • Respirar por la nariz y no por la boca. Si respira por la boca por la noche puede comprarse unas tiras que mantienen la boca cerrada. No hay riesgo de asfixia. Lo peor que puede pasar es que se le despegue.
  • Dedicar 30 minutos al día a la introspección orando o meditando o hacer 10 respiraciones profundas 3 veces al día para calmar la mente y reducir los niveles de estrés y ansiedad.
  • Dejar de escuchar las noticias. La mayoría son negativas y eso provocará que acabemos pensando en cosas negativas. Hay que tener cuidado con la información que consumimos.
  • Mantener relaciones sociales recurrentes. Todos los días debemos comunicarnos con alguien.         
  • No mirar el móvil los 20 minutos antes de dormir y los 20 minutos posteriores a despertarnos, pues ese es el tiempo que tarda el cerebro en activarse por completo después de abrir los ojos.
  • Suplementarse con magnesio -y potasio si no toma plátano o aguacate- debido a que solo se admite como correcto tener entre 1,6 a 2,6 miligramos en la concentración de sangre, cuando solo está bien de 2,2 a 2,6 (La Justicia, 2014). La falta de magnesio produce ansiedad, nerviosismo, intranquilidad, desasosiego y afecta negativamente a la retención de la memoria, la atención y los reflejos. No estamos tomando suficiente debido a que desde que aparecieron los químicos en el siglo XV se está sacando magnesio de los suelos de la tierra donde se cultiva y no lo estamos restituyendo, por lo que los alimentos llevan cada vez menos cantidad de este elemento. 

Por cierto, lo de que la carne roja es mala es un mito. Los banqueros internacionales financian los thinktanks que sacan estudios diciendo que la carne roja es perjudicial para que la religión que han creado del veganismo coja cada vez más fuerza. La carne roja es necesaria para tener vitamina B12 (Gille, Schimd, 2015). Lo que no se debe es, como todo, abusar de ella. Debemos también tratar de evitar consumir la procesada. De hecho, las personas que siguen una dieta vegetariana estricta o vegana sufren décifits de esta vitamina y se tienen que suplementar con ella para estar equilibradas. Y la vitamina B12 se encuentra en mayor proporción en las carnes rojas que blancas. En adición, la carne roja contiene proteína y micronutrientes necesarios.   


Bibliografía:

Angell, M. (2006). La verdad acerca de la industria farmacéutica. Editorial Norma.

Baños, P. (2020). El dominio mental. Ariel.

Castell, C. (2020). Naturaleza y salud: una alianza necesaria. Gaceta Sanitaria34(2), 194-196.

Díaz, M. C., & Glaves, A. (2020). Relación entre consumo de alimentos procesados, ultraprocesados y riesgo de cáncer: una revisión sistemática. Revista chilena de nutrición47(5), 808-821.

Gille, D., & Schmid, A. (2015). Vitamin B12 in meat and dairy products. Nutrition reviews73(2), 106-115.

LaJusticia, A. M. (2014). El magnesio en el deporte. Edaf.

Márquez, M. M. (2019). Configuración económica de la industria farmacéutica. Actualidad Contable Faces22(38), 61-100.