Nuestra definición de “despejar la mente” es sentarnos en el sofá a consumir propaganda de las grandes corporaciones que dominan el mercado occidental. Nos hemos vuelto ignorantes: preferimos ver la televisión que educarnos leyendo un libro. Priorizamos lo que nos enferma a lo que nos aporta estabilidad.

Extracto de la página 29 del libro “El Dominio Mental” escrito por Pedro Baños:

El cine ha sido, desde sus inicios, una poderosa herramienta de propaganda y control social. No solo eso: cada una de las películas que consumimos esconde un mensaje sobre cómo debemos actuar y cuáles deben ser nuestros valores. Dado que el poder estadounidense se refleja sin filtros en las películas de Hollywood y que estas siguen siendo las que acaparan el cine de masas, difícilmente escapamos a las doctrinas de la élite. Desconectar la mente es, hoy en día, sinónimo de sentarse en el sillón y poner una película o una serie. No una cualquiera, sino de las que ya eligen por nosotros las plataformas a las que estamos suscritos. Así, en nuestro momento de mayor pasividad, cuando lo que buscamos es dejar de pensar, llega la oportunidad idónea para que puedan ejercer sobre nuestra mente una profunda y sutil manipulación psicológica.

Las series, películas, videojuegos, novelas, la industria de la música, internet y el cine son transmisores de propaganda y herramientas de control social. Sin embargo, redes sociales como YouTube, por ejemplo, pueden usarse como plataformas de formación, es decir, para estudiar de forma autodidacta, pues posee contenido educativo verdaderamente valioso, como los tutoriales, podcast o conferencias científicas. El problema con las herramientas de control social está en cómo se usan, no en su existencia.

Extracto de la página 65 del libro “El Dominio Mental” escrito por Pedro Baños:

Los medios no pueden imponer cómo deben pensar los ciudadanos, pero sí pueden decidir sobre qué han de pensar. Desde McCombs y Shaw publicaron sus análisis, se han realizado más de 400 estudios empíricos corroborando que las noticias ofrecidas por los medios determinan la importancia de estos en la mente de los ciudadanos. Resulta extremadamente fácil conseguir que el grueso social tenga en la mente los asuntos que convienen a los grupos de poder, y que los argumentos que se utilicen para pensar sean también producto de laboratorio de estos mismos grupos.

Los medios de comunicación (televisión, radio y periódicos) se inventan una crisis tras otra para que pensemos que el mundo siempre está en su peor momento y así puedan usar nuestros miedos para que pidamos que implementen las políticas que ellos quieren. No obstante, estamos en el mejor momento de la historia según los datos. A pesar de ello, la gente piensa que el fin del mundo está cada vez más cerca.

Nuestra percepción del mundo y de la realidad viene determinada por la información que consumimos. Si solo consumimos información proveniente de los medios de comunicación oficiales, nuestra percepción del mundo será la que a ellos les conviene que tengamos. Nadie necesita consumir las noticias para vivir bien y contentos. De hecho, consumimos los medios de comunicación que confirman nuestras creencias, no aquellos que nos ayudan a romperlas para conseguir ver parte de la verdad. Vivimos según unos límites que nos imaginamos porque es muy cómodo quedarnos en una caja segura y cómoda que va rompiendo nuestra alma. De todas maneras, consumir un medio de comunicación de una ideología distinta a la nuestra no soluciona el problema, porque todos tienen el mismo interés: mantener el sistema socioeconómico corrupto.

Los medios de comunicación son herramientas que sirven al poder; todos ellos reciben financiación estatal. Ya se vio en la pandemia cómo los rescataron. De lo contrario, no podrían existir. Es decir, estamos costeando nuestras propias cadenas, porque pagando impuestos ayudamos a financiar los medios de desinformación que son usados para transmitir propaganda de los políticos para que pensemos que estamos viviendo en democracia, cuando la realidad es muy distinta.

A través de ellos normalizan hábitos perjudiciales en las sociedades como salir de fiesta, ser infiel, beber alcohol en exceso, ser derrochadores, consumir pornografía, comer mucho azúcar, fumar tabaco, desear lujos, tener sexo sin control y consumir drogas duras que nos mantienen pobres, enfermos y esclavos. Además, todos los consumimos para olvidar “nuestros problemas” y porque sentimos vergüenza. ¿Vergüenza de qué? De no ser capaces de solucionar nuestro problema de consumir las herramientas de control social.                                                                                                                                                             El entretenimiento es el circo del siglo XXI. Los futbolistas son los gladiadores del siglo XXI. Los influencers, igual. Mantienen entretenido al público para que no piensen en los verdaderos problemas.

Extracto de la página 25 del libro “El Dominio Mental” escrito por Pedro Baños:

Ya en tiempos de los romanos, se idearon los tan exitosos circos como forma de entretener a la población. La arena en la que peleaban y morían los gladiadores ha evolucionado a lo largo de los siglos hacia formas muy diversas (campos de fútbol, rugby, fútbol americano, etc.), pero sin perder su esencia y objetivo. Ahora cubrimos nuestro deseo de violencia con películas y videojuegos. Y nos desinhibimos y olvidamos de los problemas rutinarios a través de la música, el alcohol o las drogas. Estas fuentes de placer inmediato, y aparentemente inocuo, hacen realidad los sueños de los que aspiran a convertirnos en seres dóciles y a controlar nuestras mentes.

Mientras el pueblo tenga pan, aunque sea en forma de comida rápida que perjudica su salud a largo plazo, y tenga circo (entretenimiento) nunca va a salir de su esclavitud. Si me equivoco, explicadme por qué a los hijos de los dirigentes de las empresas tecnológicas más importantes del mundo los educan en colegios que les prohíben las tecnologías y por qué ellos no consumen ninguna de las herramientas de control social de forma habitual.

Nos alimentan como a cerdos de propaganda y encima pedimos más. Debemos dejar de fantasear con las vidas que vemos en una pantalla o un libro y empezar a vivir nuestra propia vida. El tiempo es limitado y el bien más preciado del mundo, y lo estamos desperdiciando cada día consumiendo mensajes que quieren que escuchemos para controlar nuestras vidas. Y todo porque produce un placer temporal.

Extracto de la página 16 del libro “El Dominio Mental” escrito por Pedro Baños:

Si siempre ha sido importante controlar las mentes y corazones de las personas, vencer en la guerra de las ideas, las narrativas, las emociones y los afectos, cada vez lo es más. Los métodos y medios empleados a lo largo de la historia han variado. Tradicionalmente se ha empleado la educación, la propaganda o la difusión de bulos y rumores.

En la actualidad, se consigue mediante el amplio y aparentemente inocente campo del entretenimiento, del que cada vez es más difícil sustraerse en las sociedades avanzadas. Como las películas, series y los reality shows. Por no hablar de la televisión de pago, sector dominado por multinacionales como Netflix o HBO. Así mismo, y de modo muy destacado, se emplean con profusión la manipulación mediática y las diversas fuentes de desinformación. El objetivo de las principales potencias es precisamente la mente de las personas, convertidas en campo de batalla por su control absoluto.

Nos dejan volvernos adictos al circo para después ofrecernos la solución: los psicólogos. Si la sociedad está neurótica, lo que hacen gran parte de los psicólogos es ayudar a las personas a adaptarse a esa sociedad neurótica. Nos han hecho creer que es mejor pedir la cura que prevenir la enfermedad. Si cuidamos nuestra salud mental por nosotros mismos aprendiendo a no consumir propaganda, no tendríamos por qué ir tanto al psicólogo. Deberíamos acudir a un profesional en última instancia, no en primera.  

Con todo, no debemos olvidar que, como en todas las profesiones relacionadas con la salud, existe un pequeño porcentaje de profesionales a que los que les interesa que no nos recuperemos del todo, solo de forma temporal o de manera muy lenta y pausada. No obstante, estoy convencido de que la mayoría de los sanitarios no operan persiguiendo este ruin fin. Pero, insisto, hay que tener cuidado: debemos elegir sabiamente a los profesionales a los que acudimos en busca de consejo y ayuda.

Despejar la mente es necesario. Ahora bien, hay formas sanas de despejar la mente y formas insanas. Las formas sanas serían el deporte, la contemplación, un paseo por la naturaleza, una charla con unos amigos… El ser humano es capaz de ser feliz sin consumir drogas, videojuegos, televisión y plataformas de streaming. Mientras las consumimos nuestro cerebro está activado y recibe la información que los oligarcas internacionales quieren que recibamos.

Mi abuela decía que todo en su justa medida es bueno. No abogo por dejar de consumir drogas, videojuegos, televisión y plataformas de streaming para siempre. Abogo por que esto sea lo último que hagamos en el día. Y si no tenemos tiempo para ello, no debemos frustrarnos porque no es lo más importante. Nuestras prioridades deberían ser: cuidar de nuestra salud, hacer algo para cumplir nuestros propósitos y ya por último consumir alguna herramienta de control social. Todo en su justa medida es bueno porque fumar o tomar cerveza, por ejemplo, tienen un componente terapéutico, el problema es la dependencia. Los medios de comunicación sí que hay que dejar de consumirlos. Si el lector es dependiente de las herramientas de control social, debe saber que las recaídas son inevitables, pero lo importante es que vuelva a intentar dejarlos. Hacer cambios poco a poco.